¡Buenas tardes a todos/as!
Como habitualmente, vamos a dedicarnos a aclarar los diferentes conceptos vistos y analizados en el aula la pasada semana.
Vamos a comenzar el día de hoy por las cuestiones planteadas a partir del texto mencionado el otro día, llamado, "Fundamentos Políticos de la Educación Social".
Todas las personas poseemos diversas políticas destinadas a hacer el bien en la sociedad; esa es nuestra verdadera obligación, pudiendo de esta manera, mejorar la convivencia en la ciudadanía. Podemos decir, además, que somos seres políticos como educadores.
Un criterio fundamental de los grupos humanos suele ser la compartición de una ideología o de unas determinadas ideas, ya que solemos tender a juntarnos y agruparnos con las personas que comparten las mismas creencias que nosotros, dejando de lado y excluyendo, muchas veces, a ciertos individuos por ser considerados diferentes; esta perspectiva es errónea, ya que deberíamos ver la riqueza ideológica como enriquecedora, y por tanto, tendríamos que facilitar el contacto con otro sujeto de distinta ideología.
La profesión de Educación Social ha pasado por diferentes etapas hasta llegar a lo que es considerado hoy en día.
A finales de los años 50, encontrábamos el asistente social creado por Caritas, que era el profesional que acompañaba a personas con algún tipo de problema.
En los años 20, la mayor parte de los educadores se relacionaban con instituciones religiosas.
A finales del los 70, se originó una corriente de voluntariado social, en la que se dedicaban al trabajo en la calle con personas en dificultad.
En los años 89, se iniciaron las reuniones con los asistentes sociales, y después de dos años, es decir, en el 89, se creó el titulo de Educación Social.
En numerosas ocasiones hemos pensado y afirmado, que los profesionales del Trabajo Social podían ocupar el puesto de cualquier Educador Social, pero al final, se ha aclarado esta duda, y ningún individuo podrá trabajar como un Educador si no dispone del título necesario para ello.
A raíz de lo mencionado anteriormente, podemos decir que se ha hecho gran hincapié en la profesión, más que en la búsqueda de una solución al problema.
Una de las diferencias más grandes de los dos ámbitos profesionales es que los Trabajadores Sociales han perdido el ámbito educativo.
Como el anterior día comentamos, la Educación Social proviene de cuatro grandes áreas de intervención: La Educación Especializada, la Animación Sociocultural, la Educación de Adultos y la Animación Sociolaboral.
El viernes, iniciamos la sesión realizando un ejercicio de relajación y respiración, en el que uno de los objetivos principales era sentir partes del cuerpo que normalmente no lo hacemos. Para ello, debíamos sentarnos bien, colocar los pies correctamente en el suelo, respirar abdominalmente y por último, cerrar los ojos. También se utilizó la música como herramienta para crear un clima tranquilo y acogedor.
Fue una actividad bastante original, ya que hasta ahora nunca habíamos llevado a cabo una dinámica de este estilo.
Después, analizamos las técnicas y dinámicas de grupo propuestas por el docente.
Para lograr que un grupo sea eficiente, los educadores debemos observar cómo éste se interrelaciona y cómo se comportan las personas dentro de él. Es importante recordar que el dinamizador debe aplicar las técnicas con el fin del aprendizaje del grupo, y pueda de este modo, ser eficaz.
La dinámica de grupos analiza determinados aspectos, como por ejemplo, los diferentes estilos de liderazgo y patrones de influencia existentes, los procesos para la toma de decisiones, las normas (escritas y no escritas), los factores de cohesión y apertura...
El dinamizador puede servirse de las técnicas de dinámicas de grupo para facilitar el aprendizaje de conocimientos y habilidades, la prevención y abordación de conflictos, la fomentación de la participación y la realización personal.
Los grupos eficientes presentan una serie de características, como la comprensión y aceptación de los miembros, la comunicación abierta, la responsabilidad del aprendizaje en ellos mismos, sin estar pendientes en todo momento del educador, la cooperación entre los componentes, la existencia de procesos establecidos para la toma de decisiones, el enfrentamiento a sus problemas y la resolución de esos conflictos de manera constructiva, etcétera.
Una de las razones por la que emplear las dinámicas de grupo, es porque forman parte de la propia vida de éste; siempre que se trabaja con grupos se desarrolla una dinámica determinada, y el educador puede ser capaz de cambiarla cuando lo desee. Debemos saber qué tipo de dinámica es la apropiada para trabajar en cada grupo, ya que no todas las técnicas son válidas para todos.
A la hora de optar por una u otra técnica debemos tener en cuenta los objetivos que queremos lograr, la madurez y entrenamiento del grupo, su tamaño, el espacio físico y el tiempo que disponemos, los elementos auxiliares necesarios, como una pizarra, o un número concreto de cartulinas, entre otras muchas.
Por último, nuestros compañeros presentaron el texto de esa semana, que trataba sobre los sistemas.
Podemos definir a un sistema como un conjunto de elementos en constante interacción; éstos pueden ser de dos tipos, simples o complejos.
Existen círculos de refuerzo y de compensación dentro de los sistemas. Los primeros tratan de reforzar, mientras que los segundos, intentan volver a cobrar el equilibrio.
Distinguimos diferentes características que determinan a un sistema.
El primero es el equilibrio, muy importante a tener en cuenta por parte de los educadores, ya que muchas veces tendremos que reflexionar sobre si merece la pena romperlo y sobre si disponemos de los recursos necesarios para volver a recuperarlo. Todo sistema tiene el objetivo de sobrevivir, sea a nuestros ojos positivo o negativo.
El segundo es la causalidad, es decir, no fijarnos tanto en el problema, sino en lo de alrededor, en el entorno. Por ejemplo, en las normas no escritas que subyacen en el sistema.
El tercero es la equifinalidad, o en otras palabras, meditar sobre en dónde debemos intervenir. Por ejemplo, en el caso de una drogadicción debemos valorar si merece la pena quitar la droga, trabajar con la familia, la escuela...
Para concluir, decir que la intervención sistémica es una parte esencial de la metodología.
Hasta la próxima,
Andrea.